La Fundación Mutua Madrileña y Antena 3 Noticias han celebrado la IV Jornada ‘Tolerancia Cero’ donde expertos e instituciones de protección a la infancia reclaman un pacto social para retrasar la entrega de dispositivos móviles a los menores y obligar a los fabricantes que incluyan de serie sistemas de control parental.

“Pocas cosas hay más importantes que cuidar a nuestra infancia y a nuestra juventud. La digitalización es parte clave de nuestro presente, pero hay que garantizar que nuestros niños y adolescentes puedan disfrutar de ella libres y sin acoso”. El presidente del Grupo Mutua Madrileña, Ignacio Garralda, presentaba así el objetivo de la Jornada ‘Tolerancia Cero’, celebrada por la Fundación Mutua Madrileña y Antena 3 Noticias, y centrada este año en analizar la violencia sexual contra los menores en el mundo digital y en proponer soluciones.

Es, sin duda, uno de los aspectos más oscuros y terribles de la revolución tecnológica que ha cambiado nuestras vidas en apenas dos décadas. También uno de los que menos se aborda en el ámbito familiar o escolar. Pero la realidad está ahí. El sistema estadístico de criminalidad del Ministerio del Interior refleja los 1.604 delitos informáticos registrados en España durante 2022, cuatro cada hora. De ellos, más de la mitad de las víctimas son menores de edad.

Cuando se trata de niños y adolescentes la estadística es mucho más que una cifra. Los daños son duraderos y marcan personalidades y comportamientos futuros.

Cada año se registran 4.000 casos de acoso escolar, maltrato o suicidios. El dato lo aporta Ignacio Guadix, responsable de Educación y Derechos Digitales de la Infancia de Unicef España. Guadix es tajante: “Estamos en la sociedad digital y tenemos que ser conscientes del daño que pueden sufrir al perder parte de su libertad o a la hora de tomar decisiones y de ejercer la ciudadanía”.  Y, sin ambages, asegura: “Un móvil es absolutamente perjudicial para el desarrollo de los niños y las niñas. Es un problema de salud pública”.

La afirmación no es tan alarmista como podría parecer. Profesionales que ven, día a día, lo peor de la red y su impacto en la infancia y la adolescencia, identifican los principales riesgos en el uso de internet y las redes sociales que hacen los menores.

Salomé Corrachano, inspectora jefa de la sección de Planes de Prevención, de la Unidad de Participación Ciudadana de la Policía Nacional, señala casos como el de “esa menor que ha sido grabada sin su consentimiento, o el grooming -cuando, a través de videojuegos y diferentes redes sociales, un niño es contactado por un adulto que se hace pasar por un menor- y en ese proceso facilita unas imágenes de contenido sexual y, a partir de ahí, ha habido chantaje para que le facilite más fotos o para tener un encuentro sexual”.

Formas de violencia más frecuentes

Hay que “actuar allá donde están los problemas más acuciantes”, señala el director general de la Fundación Mutua Madrileña, Lorenzo Cooklin, que destacó el estudio sobre Violencia sexual contra la infancia y la adolescencia en el ámbito digitalrealizado junto al Equipo Mujer-Menor (EMUME) Central de la Guardia Civil. El estudio refleja cómo el 75% de los adolescentes y jóvenes declaran haber tenido alguna situación de violencia sexual digital. De ellos, el 53% eran mujeres.

Esa violencia se expresa de diversas formas. Desde recibir mensajes insistentes para mantener una relación a recibir fotos sexuales no deseadas o sufrir burlas y amenazas por algún un contenido que el menor ha colgado en la red. Las vulneraciones de la intimidad y la imagen son las que mayor daño provocan. Las víctimas: menores de entre 13 y 15 años. El 29,5% de ellos necesitó tratamiento psicológico.

La cuestión es si los menores son conscientes de los riesgos que asumen. Salomé Corrochano constata que no lo son. “Desde muy pequeños disponen de un teléfono y redes sociales; ellos controlan a nivel tecnológico, pero no que una actuación puede ser delictiva o de riesgo y qué consecuencias penales puede tener”.

Prevenir es la clave

La educación es la clave, aunque el protagonismo de la tecnología ha cambiado el marco de la formación de valores. José Antonio Luengo, decano del Colegio Oficial de Psicología de Madrid, señala cómo los padres de hoy, “aprendíamos en la práctica la expresión de los sentimientos, de los afectos, qué hacer o no hacer; pero ahí no había perversiones. No había esas atormentadas y perturbadoras imágenes que nos muestran la violencia más extrema, la cosificación de la mujer, el sexo entendido como una conducta animal alejada de emociones y sentimientos… y cuando un niño o una niña de once, doce o trece años accede a estos contenidos (por casualidad o por influencia de compañeros), la curiosidad acaba haciendo que tengan una conducta de cercanía a esos contenidos”.

E insiste en que en el marco de lo sentimental y de la conducta sexual asociada a lo sentimental,” para un niño o un adolescente es “muy difícil”, separar la realidad física de la virtual y, por tanto, “la interpretación del mundo que hace tiene mucho que ver con esas imágenes, que son muy invasoras”.

Se trata de impedir o, al menos, dificultar que los menores, sin capacidad para valorar los riesgos asociados al uso de las tecnologías, puedan acceder a contenidos nocivos.

Para el consejero delegado de Atresmedia, Javier Bardají, “tenemos que volcarnos en borrar el daño enorme que, a nuestros adolescentes y niños, está generando la violencia en las redes sociales. Bardají denunció que “ no podemos acostumbrarnos a que cada semana una mujer muera. Hay que encarar -dijo- el problema como es y en España, en el siglo XXI, tenemos que decir que este tiene que ser un país donde todas las mujeres tienen que vivir libres y sin miedo”.

El conejero delegado de Atresmedia aseguró que la campaña ‘Tolerancia Cero’ representa una sólida alianza con la Fundación Mutua Madrileña, porque pensamos que juntos llegamos más lejos”.

“La previsión es lo mejor que podemos hacer, porque cuando llegamos al nivel de actuación el daño ya está hecho”, dice María Luisa Calcerrada, miembro de la Unidad Técnica de la Policía Judicial. Para esta comandante de la Guardia Civil es importante recordar que “no actuamos de la misma manera en el mundo real que en la red y, sin embargo, nos relacionamos en la red como en el mundo real”. Y pone un ejemplo claro: "Cualquiera que sea padre acompaña a su hijo al colegio y, sin embargo, los dejamos en la red solos en el peor de los barrios”.

Calcerrada recuerda que “hace años empezó a aumentar la violencia de género entre los jóvenes” después de años “de estar educando y peleando contra esto”. Al analizarlo descubrieron “conductas de control que facilitan las tecnologías. Y las chicas lo toman como una prueba de amor. Empieza por ahí”, añade.

En el entorno digital, los “ocho o nueve años es la edad a la que los menores empiezan a ver contenido pornográfico y eso, para un niño en pleno desarrollo emocional, es brutal porque normaliza la pornografía”. Pero “un gran porcentaje de la pornografía es violenta, entonces un niño que no sabe relacionarse bien con una chica y ve esas conductas en las que la chica, además, no se opone y ve que el chico está disfrutando… tiene que tener su impacto”. 

En clara referencia a la responsabilidad de los padres, María Luisa Calcerrada advierte que los menores de hoy, “han nacido ya con la tecnología y hablamos de nativos digitales; aunque, en realidad, más que nativos digitales son huérfanos”.

En términos similares, la doctora María Angustias Salmerón, autora y coordinadora del Plan Digital Familiar de la Asociación Española de Pediatría (AEP), llama la atención sobre el hecho de que “la tecnologia está diseñada para que nos quedemos”, para asegurar la permanencia ante la pantalla. El Plan Digital Familiar de la AEP (con más de 5.000 descargas) ofrece recomendaciones basadas en hábitos de vida saludables aunque es importante  mantener una “coherencia educativa”; porque “el niño, cuando dices una cosa y haces otra se queda con lo que haces y no con lo que dices”.

La cuestión es que, ante esos virtuosos de la tecnología que son nuestros niños y adolescentes, la represión no funciona. Están los controles parentales, pero los menores son capaces de burlarlos.

¿Qué hacer entonces? “Nos queda hablar con ellos, primero en el entorno de la familia que es su primer entorno protector y luego en el entorno educativo”, asegura la experta de la Policía Nacional. “Hablar primero los padres, formarse y ver cuáles son los verdaderos peligros y enseñarles lo que es el pensamiento crítico y qué contenido puede ser perjudicial”. La clave es que niños y adolescentes “aprendan el concepto de la privacidad y del buen trato” y que “los padres sean ejemplo de no sobreexponerse en las redes sociales”.

En el plano judicial, Rosa María Henar, de la Fiscalía de Menores de la Fiscalía General del Estado parte de una base muy clara: “Los menores necesitan protección y cuando uno es víctima tenemos que aportar protección integral” (médica, psicológica…). Aunque la mayoría de casos de violencia la ejercen los adultos, “los menores también aprenden en las redes sociales ese tipo de prácticas y a crear su propio material”.

Un menor puede ser tanto víctima como victimario pero existe cierta negativa de las familias a reconocer la realidad. “Pensamos que nuestros hijos nunca van a hacer eso” (acoso escolar, acoso sexual, ver pornografía…). “Pero tenemos que quitarnos eso de la cabeza, somos los que tenemos que trabajar con ellos para reparar y que el menor avance”. Algo de crucial importancia porque, señala, “a la víctima no se la repara con un juicio, ni siquiera con una condena”.

La mejor herramienta, hablar

Los expertos destacan la diversidad de ‘herramientas’ al servicio de la protección de los menores o la concienciación y ayuda a las familias para prevenirlos como el teléfono de la Fundación ANAR (uno de cada cinco niños víctima de abuso lo utiliza), los controles parentales en los dispositivos, el Plan Digital Familiar de la AEP, las reuniones informativas que la Policía Nacional mantiene con las Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (Ampas), o el teléfono 017, la Línea de Ayuda en Ciberseguridad a través del cual denunciar actuaciones de  violencia sexual hacia la infancia o conductas como ciberacoso, ‘grooming’ o extorsiones ante el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE).

Un paso más allá están las denuncias ante la Policía, la Guardia Civil (con sus redes de colaboración intencional Europol e Interpol) o la protección de los juzgados a través de la Fiscalía de Menores.

Como señala Cristina Gutiérrez, responsable de Ciberseguridad para Menores del INCIBE, hay herramientas de control parental, aunque llama la atención ante gestos, aparentemente inocuos, que son de riesgo. Cuando un adulto deja su dispositivo personal a un menor olvida que “ese dispositivo ha aprendido las pautas del adulto y puede sacar videos del perfil del propietario adulto”.

“Tenemos que entender que la tecnología no es inocua”. Existen herramientas tecnológicas para intentar evitar el acceso a las redes de los menores, pero la mejor herramienta para prevenir es la educación y la comunicación con nuestros hijos.

¿Cómo? El decano del Colegio de Psicología de Madrid es claro: “Para trabajar sobre la pornografía hay que hablar de pornografía. Y hacerle ver [al menor] que no soy el ‘abuelo cebolleta’ que le voy a enseñar lo que es la vida”.  La solución es “explicarle que acceder a internet es hacerlo a un entorno turbulento y hay que mostrarle cosas”. Hay que contar con los propios menores. “Ellos tienen que saber -insiste Luengo- que yo se, que no me asusta hablar de eso y tienen que saber que soy un modelo”.