Cáritas Madrid ha puesto en marcha el Aula Infantil de La Cañada Real, con la colaboración de la Ayuda a Proyectos de Acción Social de la Fundación Mutua Madrileña, un oasis de normalidad para los niños de 3 a 6 años que conviven en este entorno chabolista de las afueras de Madrid puedan reforzar su educación, su lenguaje, su autoestima y su alimentación a la salida del cole.
La Cañada Real Galiana de Madrid, una antigua vía pecuaria que atraviesa de norte a sur los municipios de Coslada, el distrito madrileño de Vicálvaro, Rivas-Vaciamadrid, el distrito madrileño de Villa de Vallecas y llega hasta casi Getafe, concentra a lo largo de 14 kilómetros un asentamiento de construcciones ilegales donde población española gitana, rumana y musulmana conviven con el tráfico de drogas en un entorno totalmente excluido e inaccesible en transporte público.
En medio de caminos sin asfaltar, vertederos de basuras e incineradoras de residuos, se alza la antigua Fábrica de Muebles, un edificio antiguo y aparentemente abandonado que guarda en su interior uno de los mayores tesoros de esta zona marginal: el Aula de Cáritas, un oasis donde reina la alegría y la normalidad para los niños más pequeños de La Cañada que, de rebote, también lo es para sus padres y madres.
El Aula de Cáritas Madrid en La Cañada acoge a la salida del cole a los niños y niñas que viven en el entorno (marroquíes, rumanos y españoles -gitanos y payos-). Acuden dos tardes a la semana para reforzar el aprendizaje, la autoestima, los hábitos de higiene y merendar. Un contacto con la “normalidad” que evita que estén jugando en la calle entre jeringuillas o hacinados en casa al cuidado de sus hermanos mayores.
Hasta hace un año acudían los niños a partir de los 6 años, pero desde este curso, con la colaboración de la Ayuda a Proyectos de Acción Social de la Fundación Mutua Madrileña, también lo hacen los pequeños de 3 a 6 años. “Esta aula nace de la necesidad de empezar la escolarización cuanto antes porque, si se hace a los 6 años, estos menores, por sus circunstancias, presentan serias dificultades de adaptación a los procesos educativos normalizados, tanto en lo referente a actitudes como al desarrollo curricular. Todos los niños que acuden están escolarizados”, cuenta Pablo Choza, es el coordinador del proyecto de La Cañada de Cáritas Madrid.
Tras ponerse en marcha a pleno rendimiento con el inicio del curso escolar, el proyecto del Aula Infantil recibe en total a 40 niños de 3 a 6 años en días alternos. Ana Encinas es educadora en el Aula Infantil de La Cañada y cuenta cómo tratan de cubrirse las necesidades detectadas en los menores y sus familias como la falta de habilidades sociales y de comunicación (por el idioma o el déficit de vocabulario), los déficits en higiene personal y hábitos de salud (por no disponer de ducha o lavadora, no tener una dieta equilibrada…), desfase curricular (a veces llegan sin saber coger un lapiz), etc.“Tratamos de compensar estas necesidades con el objetivo de mejorar y adquirir habilidades educativas y personales, y favorecer su integración en un entorno normalizado como es el colegio”, señala.
Al Aula Infantil los niños llegan alrededor de las 5 de la tarde en una ruta escolar que les recoge en sus colegios y a la que se suben los voluntarios de Cáritas Madrid que participan en el proyecto. “Este es un sitio de tranquilidad y de cariño. Tenemos que animarles y prestarles atención, porque estos niños tienen la autoestima regulín”, comenta Luis Torres, uno de los voluntarios del proyecto.
La Fábrica es también el lugar donde los niños del entorno de La Cañada tienen contacto con aspectos de la vida cotidiana habituales en la convivencia dentro de la sociedad actual: el diálogo, la igualdad, los hábitos de higiene.
Hasta las cosas más mundanas pueden causar asombro en estos niños. “Se sorprenden cuando nos ven fregar la merienda”, cuenta el voluntario Luis Torres, porque no están acostumbrados a que un hombre lo haga.
Entre las estrategias de las educadoras, iniciativas tan tiernas como “el rincón del molinillo” para argumenta, mediar y solucionar conflictos o “el hospital de los cuentos” donde reparar los libros y juguetes dañados.
Cada tarde acude también al aula una de las madres de los niños implicados, para echar una mano con la merienda y ayudar en el desarrollo de la clase, de forma que puedan poner luego en práctica estas estrategias en sus hogares. Una ayuda que acaba por ser un desahogo para ellas. De hecho, el proyecto de Cáritas Madrid en La Fábrica va mucho más allá del refuerzo académico de los pequeños y llega a sus padres con la Escuela de Familia donde le reúnen habitualmente para tratar con los profesionales las dificultades encontradas en el proceso de aprendizaje de sus hijos e intercambian experiencias.
No es la primera vez que la Fundación Mutua colabora con el Aula de la Cañada. A través del dinero recaudado en diversas iniciativas (subasta solidaria entre empleados y donación de la taquilla de los conciertos) se han destinado a esta causa más de 125.000 euros en los últimos seis años que cubren algunas de las necesidades materiales del proyecto (alimentación, ruta, contratación de profesionales…) porque el cariño, el esfuerzo y las ganas lo ponen todas las personas que acuden al oasis de La Cañada cada tarde. Todo por intentar darles un futuro mejor.